La decisión de Donald Trump de designar a Antifa organización terrorista marca un nuevo capítulo en la política interna de Estados Unidos. El anuncio fue oficializado a través de una orden ejecutiva publicada el 22 de septiembre de 2025 por la Casa Blanca, y reforzado días antes en su red social Truth Social.
Con esta medida, la administración Trump sostiene que Antifa constituye una amenaza real para la seguridad nacional y que sus acciones buscan desestabilizar el sistema democrático estadounidense. La orden genera de inmediato un intenso debate sobre los límites entre la seguridad, la protesta y la libertad de expresión.
La polémica trasciende fronteras: para algunos, se trata de un paso firme contra la violencia política; para otros, una señal alarmante de criminalización del disenso.
El anuncio oficial desde la Casa Blanca
El comunicado de la Casa Blanca describe a Antifa como un “movimiento militarista y anarquista” que utiliza la violencia y la intimidación para alcanzar fines políticos. Según la orden, el grupo estaría implicado en disturbios organizados, agresiones a agentes federales y en la coordinación de campañas de amenazas contra figuras públicas.
La designación como “organización terrorista doméstica” faculta a agencias federales a investigar, interrumpir y procesar cualquier operación vinculada a Antifa o a quienes brinden apoyo material. Se subraya que esta disposición busca desmantelar sus estructuras de financiamiento y reclutamiento.
Trump firmó la orden en la Casa Blanca, asegurando que la medida “no crea derechos ni beneficios procesales”, sino que se limita a reforzar la capacidad del gobierno para actuar contra actividades consideradas terroristas.
Antifa: historia y controversia
Antifa es un movimiento político de extrema izquierda, antifascista y antirracista, surgido en Estados Unidos e inspirado en grupos europeos del siglo XX. Se caracteriza por su estructura descentralizada, compuesta por colectivos autónomos que practican tanto la acción directa no violenta como tácticas más agresivas.
Entre sus formas de activismo se incluyen campañas comunitarias, marchas de protesta y ayuda mutua, aunque también acciones más confrontativas como el doxing, los daños a la propiedad y enfrentamientos con grupos de extrema derecha y fuerzas de seguridad. Este contraste alimenta la percepción ambivalente en torno al movimiento.
Académicos y defensores de derechos civiles sostienen que Antifa surge como respuesta al auge del supremacismo blanco y de movimientos neonazis. Sus críticos, en cambio, ven en sus prácticas una amenaza al orden democrático y una justificación para su tratamiento como terrorismo interno.
Reacciones políticas y sociales
El anuncio de Trump fue recibido con apoyo por sectores conservadores que consideran a Antifa una amenaza radical. Para la derecha, la designación responde a una demanda histórica de mayor control frente a lo que perciben como violencia política organizada.
Sin embargo, la medida provocó críticas inmediatas de organizaciones progresistas y de derechos humanos, que advierten sobre el riesgo de abrir la puerta a persecuciones ideológicas y a la criminalización de la protesta. Varios activistas señalan que la definición de “terrorismo doméstico” podría usarse de forma expansiva.
En el plano internacional, gobiernos y analistas observan con cautela la decisión. Algunos la interpretan como parte del endurecimiento político de Washington; otros la cuestionan como una estrategia para fortalecer la narrativa de Trump frente a su base electoral.
Lo que viene tras la designación
Las implicaciones legales de declarar a Antifa organización terrorista son complejas. Si bien no existe un marco jurídico específico para listas de terrorismo doméstico en EE.UU., la orden busca dar mayor margen a las agencias de seguridad para investigar a grupos e individuos asociados.
Trump también mencionó la necesidad de indagar a supuestos financiadores del movimiento, lo que podría abrir procesos judiciales de gran alcance. Aún queda por ver cómo se aplicará esta disposición en tribunales y qué efectos tendrá sobre la actividad política y social del país.
Lo cierto es que la designación de Antifa promete intensificar la polarización en Estados Unidos. Para unos, es un escudo contra la violencia extremista; para otros, un golpe a la libertad de expresión y a la protesta legítima.