La demanda de Trump contra el New York Times marca un nuevo capítulo en la larga confrontación entre el presidente de Estados Unidos y la prensa tradicional. Donald Trump presentó el lunes una demanda de 15.000 millones de dólares en un tribunal federal de Florida, acusando al diario y a cuatro de sus periodistas de difamación y de actuar con real malicia.
El expresidente, que regresó a la Casa Blanca tras las elecciones de 2024, sostiene que varios artículos del periódico y el libro Lucky Loser, publicado por Penguin Random House, buscaban destruir su reputación empresarial y política en plena campaña electoral. Según la denuncia, los contenidos estaban “específicamente diseñados” para infligirle el máximo daño.
Además del Times y de los periodistas Susanne Craig, Russ Buettner, Peter Baker y Michael S. Schmidt, la demanda también incluye a Penguin Random House, la mayor editorial de libros del mundo, a la que Trump acusa de haber difundido afirmaciones falsas sobre su fortuna y sus logros.
Tras presentar la demanda, Trump celebró en redes sociales el respaldo recibido. En un segundo mensaje en Truth Social aseguró estar recibiendo “comentarios increíbles” y destacó que la reacción más repetida era: “¡Ya era hora!”. Añadió que el caso, radicado en Florida, busca detener a unos medios que, en sus palabras, “trabajan duro para destruir a EE.UU.”.
Trump contra el New York Times
En la querella de 85 páginas, Trump argumenta que tanto el libro Lucky Loser como tres artículos publicados entre septiembre y octubre de 2024 formaron parte de una campaña deliberada para socavar su candidatura. En particular, cuestiona que los reportajes atribuyeran su fama a la intervención del productor televisivo Mark Burnett en The Apprentice, minimizando su trayectoria empresarial previa.

El documento acusa al periódico de construir un “patrón de falsedades y difamación” que se remonta a años atrás, y de publicar piezas con el único fin de erosionar la confianza pública en él. Trump sostiene que estas publicaciones provocaron pérdidas económicas “enormes” y dañaron su marca personal, que valora en más de 100.000 millones de dólares.
El escrito enfatiza que el Times habría actuado con real malicia, es decir, publicando información que sus autores sabían falsa o con un temerario desprecio por la verdad, un estándar legal clave en casos de difamación contra figuras públicas en Estados Unidos.
La respuesta del Times y de Penguin
El New York Times respondió con firmeza. Un vocero del diario calificó la demanda de “carecer de fundamento” y aseguró que se trata de un intento de “oprimir y desalentar la investigación periodística independiente”. Añadió que el medio no se dejará disuadir por tácticas intimidatorias y seguirá defendiendo el derecho constitucional a la libertad de prensa.
A. G. Sulzberger, director general del Times, reforzó esta posición en una nota a la redacción: calificó la demanda como “frívola” y advirtió que representa un ataque directo contra la prensa, que debería preocupar a todos los ciudadanos más allá de sus posturas políticas.
Penguin Random House, por su parte, expresó en un comunicado que la acción judicial “no tiene fundamento” y reafirmó su respaldo al libro y a sus autores, defendiendo los valores de la Primera Enmienda. La editorial se comprometió a continuar publicando investigaciones críticas y a proteger la libertad de expresión.
Antecedentes de otras batallas legales de Trump contra medios
La ofensiva contra el Times se suma a una serie de acciones legales emprendidas por Trump en los últimos años. En julio de 2025, alcanzó un acuerdo de 16 millones de dólares con Paramount por la edición de una entrevista emitida en 60 Minutes. Un año antes, obtuvo otro acuerdo con ABC News, que incluyó 15 millones de dólares y el pago de un millón adicional para cubrir honorarios legales.
El expresidente también mantiene una demanda contra The Wall Street Journal por un reportaje que lo vinculaba con Jeffrey Epstein. Estos episodios muestran un patrón de confrontación con grandes medios a los que Trump acusa de intentar destruir su imagen pública.
No es la primera vez que apunta directamente contra el Times. En 2021 ya lo había demandado por investigaciones sobre sus finanzas, aunque aquella causa fue desestimada en 2023 y lo obligó a pagar los gastos legales del periódico. En 2020, su campaña de reelección también presentó otra demanda, igualmente rechazada.
Un pulso con efectos políticos y mediáticos
La demanda de Trump contra el New York Times no solo tiene un componente económico: representa una batalla política y simbólica. El mandatario asegura que busca poner fin a lo que llama “décadas de difamación” y demostrar que los medios no están por encima de la ley. Sus abogados solicitan que el caso se dirima en un juicio con jurado.
El Times y Penguin, en cambio, ven el litigio como un intento de intimidar a la prensa y condicionar la libertad de investigación periodística. La confrontación podría convertirse en un caso de referencia sobre los límites de la Primera Enmienda frente a las demandas por difamación.
Más allá del desenlace judicial, la demanda profundiza la tensión entre Trump y los grandes medios de comunicación, una relación marcada por la confrontación constante desde su primera campaña presidencial en 2016. El resultado del caso podría tener repercusiones de largo alcance tanto para el periodismo como para la política estadounidense.



