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El relato del cambio climático enfrenta su mayor desafío científico

Revista Nature alerta sobre una posible crisis de los modelos climáticos: las proyecciones se alejan de lo que ocurre en distintas regiones del planeta.

La revista Nature ha puesto en el centro del debate lo que muchos científicos venían advirtiendo en voz baja: la crisis de los modelos climáticos. En un artículo firmado por Tiffany A. Shaw y Bjorn Stevens, la publicación más prestigiosa de la ciencia mundial plantea que las discrepancias entre lo que predicen los modelos y lo que ocurre realmente en distintas regiones del planeta se están acumulando.

El texto, titulado The other climate crisis, no niega el cambio climático ni la influencia del CO². Pero sí revela que el paradigma dominante en la investigación climática, el llamado enfoque estándar, podría estar entrando en su mayor prueba de confianza desde mediados del siglo XX.

Por décadas, ese enfoque permitió anticipar con éxito fenómenos globales como el aumento de la temperatura media, el mayor calentamiento del Ártico o el enfriamiento de la estratósfera. Sin embargo, nuevas señales regionales —inesperadas o contradictorias— están abriendo una grieta cada vez más difícil de ignorar.

Señales que no encajan en los modelos

Los propios autores del estudio reconocen que algunas observaciones se desvían radicalmente de lo esperado. El caso más citado es el enfriamiento del Pacífico tropical oriental, una anomalía que ningún modelo había proyectado. También se acumulan eventos como los bloqueos atmosféricos sobre Groenlandia o la aceleración del derretimiento ártico a un ritmo mayor del previsto.

La crisis de los modelos climáticos también se refleja en la intensidad de las tormentas del hemisferio sur, en el inesperado enfriamiento del océano austral y en variaciones de la circulación de Walker. Cada anomalía por separado podría pasar como un ajuste, pero su conjunto está alimentando lo que los filósofos de la ciencia llaman una “crisis de paradigma”: el momento en que la confianza en el modelo dominante empieza a tambalearse.

Estas discrepancias tienen una consecuencia directa: la capacidad de proyectar fenómenos regionales —justo los más necesarios para planificar políticas públicas y adaptación local— es mucho menor de lo que se nos había hecho creer.

La tensión entre ciencia y política

Sobre esos modelos se ha construido una arquitectura entera de decisiones políticas: impuestos al carbono, restricciones productivas, subsidios verdes y metas internacionales. Y aunque el artículo de Nature deja claro que el calentamiento global es un hecho respaldado por la física, también advierte que se ha ocultado la incertidumbre tras una falsa certeza.

El riesgo es evidente: si la crisis de los modelos climáticos socava la confianza pública, no solo la ciencia sufre, también las políticas que dependen de sus predicciones. En paralelo, se ha señalado que en algunos países la comunicación oficial tiende a exagerar ciertos eventos para generar sensibilización, lo que añade otra capa de desconfianza en la narrativa climática.

Lejos de alimentar el negacionismo, el mensaje de Shaw y Stevens es otro: reconocer los límites actuales no significa retroceder, sino abrir espacio a nuevos métodos, desde modelos de alta resolución hasta inteligencia artificial, que permitan comprender mejor un sistema tan complejo.

Un camino de renovación para la ciencia climática

Para los autores, esta posible crisis debe aprovecharse como una oportunidad. La propuesta es clara: usar las señales observadas para poner a prueba los supuestos básicos, desarrollar hipótesis verificables y revitalizar el pensamiento conceptual que permita cerrar las brechas entre procesos locales y globales.

En otras palabras, la crisis de los modelos climáticos no es el final de la investigación, sino el inicio de una nueva etapa. Una etapa en la que se acepten las incertidumbres y se busquen herramientas disruptivas capaces de responder mejor a los desafíos que se avecinan.

La Tierra sigue calentándose, y la acción climática sigue siendo urgente. Pero el debate ya no es solo sobre el CO², sino sobre la confianza en las herramientas que usamos para mirar hacia el futuro. Y ahí, como advierte Nature, la ciencia climática enfrenta hoy su mayor desafío.

Robinson G.

Escritor entusiasta. Me gusta explorar temas curiosos y dudas existenciales. Todo empezó con aquellos “Datos curiosos de Google”.