Por primera vez desde 2017, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas se dividió en su voto sobre el proceso de paz en Colombia. La resolución S/RES/2798 (2025), que renueva el mandato de la Misión de Verificación, fue aprobada con 13 votos a favor y dos abstenciones: Estados Unidos y Rusia. Ambas potencias coincidieron en apartarse del texto, pero por razones diametralmente opuestas.
El documento, impulsado por el Reino Unido, recorta el alcance de la misión de la ONU en Colombia y elimina dos funciones clave: la verificación de las sanciones restaurativas de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y el seguimiento al Capítulo Étnico del Acuerdo de Paz de 2016. La decisión marcó un punto de inflexión diplomático y evidenció una fractura en la ONU sobre el proceso de paz en Colombia, que hasta ahora había sido respaldado por unanimidad.
Estados Unidos: críticas a Petro y un giro bajo el liderazgo de Trump
En su explicación de voto, el embajador estadounidense Mike Waltz sostuvo que la misión en Colombia se había “expandido más allá de su propósito original” y debía centrarse únicamente en la paz y la seguridad. Respaldado en la política exterior del presidente Donald Trump, Waltz argumentó que el proceso de paz colombiano se ha convertido en un “modelo defectuoso” que, bajo la administración Petro, ha contribuido a la inestabilidad.
“El presidente Petro tiene políticas mal orientadas y responsables de una mayor violencia en Colombia”, dijo Waltz. “Nuestras relaciones con el pueblo colombiano seguirán siendo fuertes, y lo serán aún más cuando Petro deje el cargo y sus políticas sean abandonadas”.
Estados Unidos insistió en que la ONU debe reducir sus misiones y priorizar su función esencial de mantener la paz y la seguridad, en lugar de asumir tareas sociales o ideológicas. Con su abstención, Washington envió un mensaje político directo: romper con el respaldo automático al gobierno colombiano en materia de paz.
Rusia: defensa del proceso de paz y crítica a la presión estadounidense
Desde una postura contraria, el embajador ruso Vasily Nebenzya explicó que Moscú no apoyó la resolución porque reduce los componentes más sensibles y humanos del proceso de paz: la justicia transicional y el Capítulo Étnico. Rusia consideró que eliminar esas tareas equivale a “privar a las víctimas y a los pueblos indígenas del acompañamiento internacional que merecen”.
Nebenzya acusó a los redactores de la resolución de ceder ante la presión de una sola delegación —en alusión a Estados Unidos— y advirtió que los argumentos financieros son “infundados”, recordando que la misión en Colombia es “una de las más económicas del sistema de Naciones Unidas”.
“Es evidente que estas decisiones reflejan únicamente las diferencias bilaterales entre Washington y Bogotá”, dijo el diplomático ruso, subrayando que Moscú seguirá apoyando la implementación integral del Acuerdo de Paz.
La abstención rusa, lejos de castigar a Colombia, buscó preservar los logros del proceso de paz y oponerse a lo que considera una politización de la misión.
Un mandato reducido y un contexto adverso para Petro
La Misión de Verificación de la ONU en Colombia anunció que su nuevo mandato se enfocará en tres frentes: la reincorporación de excombatientes, las garantías de seguridad para firmantes y comunidades, y la reforma rural integral. Dejarán de estar bajo su supervisión la justicia transicional y el Capítulo Étnico, pilares fundamentales del acuerdo de 2016.
La embajadora de Colombia ante la ONU, Leonor Zalabata, lamentó el recorte del mandato y recordó que “implementar lo pactado es una obligación de Estado que trasciende gobiernos”. Aunque la resolución fue aprobada, el resultado revela el creciente aislamiento diplomático del presidente Gustavo Petro, ahora con el Consejo de Seguridad dividido entre quienes cuestionan su liderazgo y quienes rechazan las presiones de Washington.
Reacomodo global en torno al proceso de paz colombiano
La división dentro del Consejo de Seguridad reconfigura el tablero diplomático sobre el proceso de paz en Colombia. Mientras Estados Unidos marca distancia del gobierno Petro y cuestiona su gestión, Rusia se presenta como defensora del acuerdo y de las víctimas del conflicto. Ambos movimientos rompen ocho años de unanimidad y envían un mensaje inequívoco: el respaldo internacional ya no es automático.
La ONU sobre el proceso de paz en Colombia enfrenta así una nueva etapa, con una misión reducida, un gobierno bajo presión y dos potencias enfrentadas por caminos opuestos pero convergentes en su desconfianza hacia Bogotá.
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