El 6 de noviembre de 1985, el Palacio de Justicia de Bogotá se convirtió en un campo de batalla. Lo que comenzó como una toma armada terminó envuelto en llamas, en un incendio que destruyó el cuarto piso del edificio y con él, parte fundamental de la historia judicial del país. Cuatro décadas después, el incendio del Palacio de Justicia sigue siendo uno de los misterios más debatidos de Colombia.
Los informes oficiales, las grabaciones de radio y los testimonios de sobrevivientes ofrecen versiones distintas sobre cómo comenzó el fuego. Algunos señalan que fue producto de los enfrentamientos entre las fuerzas militares y los guerrilleros del M-19; otros, que una explosión proveniente de un tanque o de un proyectil militar desató las llamas. Nadie ha logrado determinar con certeza qué provocó el incendio del Palacio de Justicia.
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Las primeras llamas
El fuego comenzó la tarde del 6 de noviembre, cuando la intensidad del combate alcanzó su punto máximo. Testigos relataron que una explosión estremeció el cuarto piso, donde se encontraban magistrados, rehenes y guerrilleros. En cuestión de minutos, las llamas se propagaron por los pasillos, devorando expedientes y dejando a decenas de personas atrapadas.
Los esfuerzos por controlar el fuego fueron casi nulos. Los bomberos no pudieron ingresar mientras continuaban los disparos y el humo cubría todo el edificio. El incendio del Palacio de Justicia se convirtió en una trampa mortal para quienes permanecían en el interior. Al caer la noche, las imágenes del edificio en llamas se difundieron por todo el país, convirtiéndose en símbolo de la tragedia.

Hipótesis y versiones
Los documentos de la Comisión de la Verdad y los archivos judiciales muestran versiones encontradas sobre el origen del fuego. Una línea apunta a que el incendio fue provocado por los enfrentamientos internos y las municiones utilizadas por el Ejército. Otra sostiene que los guerrilleros encendieron las llamas para crear confusión y facilitar su defensa dentro del edificio.
Hasta hoy, las conclusiones no son definitivas. La Comisión de la Verdad consideró que la respuesta militar fue desproporcionada y que el fuego pudo haber sido consecuencia de los ataques con proyectiles. Sin embargo, nunca se estableció responsabilidad concreta. El incendio del Palacio de Justicia se mantiene como una herida abierta que simboliza tanto la pérdida material como la ausencia de verdad.
Memoria y consecuencias
El fuego consumió expedientes, pruebas judiciales y los despachos donde se encontraban los magistrados de la Corte Suprema de Justicia. Su pérdida dejó vacíos imposibles de llenar y obstaculizó durante años las investigaciones posteriores. Lo que se perdió entre las llamas fue mucho más que papel: se esfumaron decisiones, testimonios y parte del registro histórico del país.
A 40 años de los hechos, el incendio del Palacio de Justicia continúa siendo una sombra sobre la memoria nacional. Ni las condenas, ni los informes, ni las exhumaciones han logrado apagar las preguntas sobre quién encendió el fuego. Lo único claro es que el incendio selló el destino de cientos de vidas y marcó para siempre la historia de Colombia.
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