Entre luces doradas, alfombras y un silencio protocolario que rozaba la reverencia, «el príncipe Gustavo Petro» fue recibido en Arabia Saudita como pocas veces se ha visto a un mandatario colombiano en el extranjero. En su propia publicación en X, el presidente escribió: “Que se sienta grande Colombia. Tratan como príncipe al presidente y como princesa a Colombia, madre de la vida. Ser justo la llave del mundo.”
Esa frase, tan cargada de simbolismo, sirvió para definir el tono de una visita que combinó diplomacia, glamour y discurso político.
Desde los primeros minutos de su gira, Petro adoptó el ritmo de un viaje que mezcló poder y poesía. Su discurso —a veces místico, a veces desafiante— lo presentó como un dirigente latinoamericano dispuesto a dialogar con los reinos del Golfo en términos de igualdad y futuro.
Arabia y la narrativa del poder
En Riad, el mandatario colombiano fue recibido con honores dignos de una visita de Estado. La cena con los mayores inversionistas del planeta, entre ellos Alwaleed Bin Talal bin Abdulaziz Al Saud, considerado el cuarto hombre más rico del mundo, se desarrolló en un escenario que Petro describió como “una arquitectura propia del calor, del desierto y del placer en el hogar”. El contraste entre el lujo oriental y la sencillez discursiva del presidente se convirtió en una postal diplomática que recorrió las redes.
Su encuentro con el príncipe heredero Mohamed Bin Salman selló el carácter político del viaje. Petro, primer presidente colombiano en visitar Arabia Saudita, anunció que Colombia abriría una línea directa entre Bogotá y Riad, impulsaría la inversión en energías limpias y fortalecería los lazos comerciales en sectores como el café, el cacao y el turismo.
Entre diplomacia y polémica
El tono majestuoso de su gira contrastó con la controversia que, desde Colombia, intentó empañar la narrativa. El expresidente Andrés Pastrana lo acusó de reunirse en Catar con narcotraficantes vinculados al llamado Pacto de La Picota. Petro respondió con precisión geográfica: “No, Andrés, los narcotraficantes no están en Catar, estaban en Emiratos Árabes Unidos, pero huyeron a Turquía y luego a Europa. Ahora no estoy en Catar, sino en Arabia Saudita”.
Mientras en redes el debate se agitaba, el príncipe Gustavo Petro continuaba su agenda entre salones dorados, reuniones bilaterales y sesiones del Foro Global de Inversión Futura (FII9), donde compartiría escenario con más de 15 jefes de Estado.
Resultados: del café al Jalal
Uno de los anuncios más destacados fue la obtención de la certificación Jalal, que permitirá a Colombia exportar directamente café y cacao al mercado árabe. “El campesinado y sus cooperativas comerciarán directamente con el mundo árabe su producción de café”, dijo el mandatario, subrayando que puso especial cuidado en las zonas de sustitución de cultivos.
La inauguración de la Embajada de Colombia en Arabia Saudita completó el cuadro de logros concretos. “Una Colombia abierta al mundo”, escribió, mientras las luces proyectaban la bandera colombiana y unas mariposas.
Críticas y visiones desde Riad
En el foro FII9, Petro dejó una de sus frases más contundentes: “Es absolutamente ineficaz tirar misiles”. Cuestionó la estrategia militar de Estados Unidos contra las drogas y la vinculó con intereses energéticos en el Caribe. Reiteró que la verdadera amenaza no es la cocaína, sino el fentanilo, “treinta veces más peligroso” y carente de utilidad política para justificar invasiones.
En paralelo, el presidente defendió su visión de una América del Sur descarbonizada, capaz de ofrecer energía limpia a Estados Unidos mediante acuerdos equitativos. Desde Riad, la voz de el príncipe Gustavo Petro sonó como una mezcla de profecía y advertencia: la de un mandatario que busca protagonismo global sin renunciar a su estilo personal.
El relato final
En el cierre de su visita, el presidente compartió una imagen simbólica: su biografía editada en lengua persa, con un millón de ejemplares impresos. Era, más que un gesto cultural, una declaración de intenciones: su historia personal ya circula en los idiomas del poder.
El príncipe Gustavo Petro dejó Arabia Saudita con acuerdos económicos, una nueva embajada, un reconocimiento comercial y un mensaje político que trasciende fronteras. Su visita, entre honores y controversias, confirmó que la diplomacia también puede ser una escena donde el discurso se viste de oro.



