La independencia de Colombia no fue un hecho aislado ocurrido el 20 de julio de 1810, sino un proceso prolongado que marcó el inicio del fin del dominio español sobre el virreinato de la Nueva Granada. Esta fecha, convertida en emblema patrio, representa el primer paso hacia la construcción de una nación libre y soberana. Sin embargo, lo ocurrido ese día es solo el comienzo de una historia compleja, marcada por conspiraciones, guerras, traiciones y un anhelo persistente de libertad.
A más de 200 años de los hechos, cada 20 de julio Colombia se detiene para conmemorar su día nacional, pero también para reflexionar sobre la historia que dio origen a su identidad. Y si bien el llamado “florero de Llorente” ha dominado la narrativa popular, los acontecimientos de ese domingo de mercado responden a un plan criollo cuidadosamente orquestado.
¿Qué pasó el 20 de julio de 1810?
El 20 de julio de 1810 estalló en Santa Fe de Bogotá una revuelta que marcaría simbólicamente el inicio del proceso de independencia de Colombia. La causa inmediata fue una pelea con el comerciante español José González Llorente, pero el trasfondo era mucho más profundo: tensiones entre criollos y peninsulares, inspiración de otras revoluciones y el colapso de la monarquía española a raíz de la invasión napoleónica de 1808.
Con el rey Fernando VII preso, muchas ciudades del continente americano comenzaron a organizar juntas de gobierno locales, proclamando que actuaban en su nombre, aunque cada vez más decididas a emanciparse. Santa Fe no fue la excepción. Ese 20 de julio, en medio de un ambiente tenso y estratégicamente planificado, se firmó el Acta del Cabildo Extraordinario que instauraba una Junta Suprema.
Según la historiadora Diana Uribe, ese día fue la primera vez que los neogranadinos se pensaron como un posible país, como un proyecto político propio. Era el primer grito de libertad de un proceso que aún tardaría años en consolidarse.
El episodio del florero de Llorente
La historia popular cuenta que la independencia de Colombia comenzó por una pelea por un florero. Si bien el incidente fue real, tuvo un fuerte componente teatral. Criollos como Antonio Morales y José Acevedo y Gómez planearon provocar una reacción del público, utilizando como detonante una negativa predecible por parte de Llorente.
La idea era pedirle prestado el adorno para un banquete en honor a Antonio Villavicencio. Si Llorente se negaba —como efectivamente lo hizo—, el altercado sería utilizado como excusa para alborotar a la multitud. Había incluso un plan B en caso de que aceptara: generar una discusión de todas formas.
La estrategia funcionó. La pelea estalló en plena Plaza Mayor (hoy Plaza de Bolívar), lo que dio pie a la agitación social que buscaban los conspiradores. Acto seguido, se convocó un cabildo abierto y se firmó un acta que si bien no declaraba abiertamente la independencia, establecía una Junta Suprema. El llamado “florero de Llorente” fue entonces la chispa de una mecha encendida con antelación.
De la Patria Boba a la Reconquista
La etapa entre 1810 y 1816 es conocida como la Patria Boba. Aunque se había dado el primer paso hacia la independencia de Colombia, las divisiones internas entre centralistas (liderados por Antonio Nariño) y federalistas (con Camilo Torres a la cabeza) impidieron consolidar un proyecto nacional.
Se formaron varias repúblicas efímeras y se libraron guerras civiles entre provincias. La inestabilidad fue tal, que el virreinato cayó nuevamente bajo control español en 1816, cuando Pablo Morillo llegó con una expedición de más de 10 mil hombres enviada por el restaurado rey Fernando VII. Comenzaba la llamada Reconquista.
Durante este período, muchos líderes independentistas fueron ejecutados. Sin embargo, en los Llanos Orientales y en zonas fronterizas con Venezuela, la resistencia criolla se mantuvo viva bajo el liderazgo de Francisco de Paula Santander y otros comandantes republicanos.
La Campaña Libertadora y el triunfo en Boyacá
A partir de 1818, el escenario comenzó a cambiar. Simón Bolívar, exiliado en Jamaica y luego en Haití, logró reorganizar un ejército patriota con apoyo de voluntarios europeos (como la Legión Británica) y coordinar acciones con Santander desde Casanare.
La llamada Campaña Libertadora de 1819 comenzó con el paso de los Andes por el páramo de Pisba, una de las gestas más arriesgadas de la historia militar de América. Tras las batallas de Pantano de Vargas y Puente de Boyacá, el ejército libertador entró a Santa Fe el 10 de agosto de 1819.
Esa victoria consolidó el proceso de independencia de Colombia y sentó las bases para la creación de la Gran Colombia, una república que uniría brevemente a Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá.
Lo que vino después: últimas campañas y legado
Aunque Boyacá fue un punto de quiebre, las luchas continuaron. Las fuerzas realistas resistieron en regiones como Pasto, Antioquia y la costa Atlántica. La guerra fluvial por el Magdalena y las campañas hacia el sur marcaron los últimos episodios armados.
Para 1822, la mayor parte del territorio estaba bajo control patriota. La independencia de Colombia se consolidó políticamente con la promulgación de la Ley Fundamental de la República de Colombia en Angostura. Sin embargo, la Gran Colombia se disolvería en 1830, dando paso a las repúblicas actuales.
El legado de ese proceso perdura: la idea de una nación libre, el valor de la representación política y el sacrificio de miles que murieron por un ideal.
Un símbolo que se conmemora cada 20 de julio
Hoy, el 20 de julio es mucho más que una efeméride. La independencia de Colombia se recuerda con actos cívicos, desfiles militares y actividades culturales en todo el país. El Archivo General de la Nación, por ejemplo, publica documentos históricos del proceso, rinde homenaje a sus protagonistas y promueve la memoria nacional.
En Bogotá, el desfile oficial liderado por las Fuerzas Militares y la Policía Nacional implica cada año restricciones logísticas. Los cerros orientales de la ciudad, por ejemplo, presentan cierres programados en senderos como La Aguadora, Quebrada La Vieja y San Francisco – Vicachá【3】.
La celebración del 20 de julio es un recordatorio constante de que la libertad no fue un regalo, sino el resultado de un plan, una revuelta y una lucha. Y que, más allá del florero, lo que se gestó ese día fue el primer paso hacia el país que hoy conocemos.
Referencias
Wikipedia
Archivo General de la Nación
Caracol Radio
CNN en Español